Pasange condensa lo que la escritura entraña de pase, de cambio de posición, con un encuadre, losange, lógico por su relación con un real a modo de lo imposible y en una dialéctica en cuyo recorrido, los otros cumplen una función constitutiva. El topos está presente.
No es por nada que el escrito busque ser compartido en algún lazo social. Operador estructural que conlleva diferentes tiempos y modos, soportando y determinando también un lugar vacío, aquel del futuro lector.
Pretendemos así un tipo de vínculo que vaya más allá de la inmediatez discursiva del yo-tu y apunte a una otra alteridad, ausente pero presente en la estructura y dispositivo psicoanalítico, que posibilita los otros discursos y cuya relación y restos, rigurosamente trabajados, dan entidad al del analista.
Eso implica que nuestros interlocutores puedan serlo más por posición discursiva que por el campo en el que se muevan. Política, arte, derecho, antropología, matemática o cualquier otra disciplina, generan espacios con los que poder bordear los litorales compartidos, alternativos y diferenciadores.
Singularidad no es sinónimo de marginalidad y, en todo caso, se trata de otros márgenes en los que las diferencias, los restos, se dialectizan bajo el discurso desde el que se es hablado. Ligado, a su vez, a este sentido, cada uno de los participantes en esta revista, lo hará en nombre propio.